Canción de amor
Porque la noche es tan larga, el piojo
cantaba bajito y sin apuro:
"por el medio del Bermejo viene
navegando un piojo..."
- Epa epa - interrumpio el sapo-, así no,
compañero. Ese poema tan hermoso dice:
"Por el río Paraná viene navegando un
piojo".
- ¿Usted cree que un piojo canoero se va
a conformar sólo con el Paraná? Habrá sido otro día
- Fíjese que no lo había pensado, pero
debe ser cierto.
- Mire esa Luna don sapo. ¿ No es la luna
más linda del mundo?
- Seguro. En ningún lugar deben tener una
luna como ésta.
- ¿y oye la música del viento?¿ Siente el
perfume de las flores?
- Hermoso perfume, amigo piojo, de eso no
hay duda, pero sí tengo dudas de otra cosa.
- De qué don sapo.
- De lo que le anda pasando a usted.
-¿A mí? ¡qué me puede pasar a mí!
- Está solito mirando el río; mira la
luna, oye el canto del viento y siente el perfume de las flores...
-Sí todo es cierto.
- Y además canta bajito...
- También es cierto.
-Entonces, don piojo, quiere decir que
usted anda con el mal de amores, y mejor me cuenta, porque se va a atragantar
de tanto mirar el río.
-Creo que me conviene contarle, porque me
está agarrando una pena demasiado grande para mí solo.
- ¿Muy grande?
- Como la pena de un yacaré.
-No perdamos tiempo. Cuente nomás.
- No es tan fácil, las palabras no me
quieren salir, tal vez porque como usted, soy un bicho de boca chica.
-Amigo piojo, usted ya tiene experiencia
en estas cosas, no ande como un jovencito que no sabe qué hacer.
-No crea, don sapo, nunca se sabe
demasiado. Las cosas del amor siempre pasan por primera vez.
-Es cierto. Y vaya largando el rollo
mientras mira esa luna que se pasea por el cielo.
-Qué linda luna, ¿no?.
-Sí, pero no se aparte de la huella. Me
decía que anda medio enamorado.
- Hasta el caracú. Con decirle que las
hojas perfumen más cuando ella las mira.
-
¿Usted ya les dijo algo?
-¡Qué
le voy a decir! La veo y se me seca la garganta.
-¿Tan
grave viene la historia?
-
Mire, yo me preparo unos piropos para dejarla temblando, pero cuando abro la
boca quedo haciendo globitos como surubí que saca la cabeza del agua.
-
¡Qué lo tiró! A ver, dígame cómo son esos piropos.
-Le
digo uno:
“El
pájaro canta al alba
yo
canto al anochecer
me
gustaría darle un beso
a
la hora que quiera usted”.
-¡Qué
linda la copla!¡Con eso la enamora hasta las orejas!
-
Y tengo un montón. Pero la veo y se me enredan todos los versos…
Creo
que me voy a morir de tristeza.
-No,
no se muera, amigo piojo.
-Sí,
sí creo que me muero ya mismo y … plaf, hizo el piojo y se cayó muerto ahí
nomás. Bueno, muerto no, pero como muerto.
-
No se muera, don piojo. No se muera- dijo el sapo-, que se me está ocurriendo
una idea que ni le cuento.
El
piojo abrió un ojo y dijo:
-¿Una
idea para que no me muera de amor? Déle, déle, que ya estoy comenzando a vivir
de nuevo.
-Cuénteme
cómo es esa piojita- dijo el sapo.
-
Como las flores del Jacarandá, como el color del atardecer junto al río, como
el canto de la calandria después de la lluvia, como el olor de la lluvia en los
días de verano.
-Pero
algún defecto debe tener…
-Me
parece que es medio caprichosa…
-Sí,
porque no me da bolilla. Yo le hago zancadillas, le tiro palitos, le tiro
algunos cascotes, pero ella nada. Mira para otro lado y ni me saluda. No sé qué
hacer, don sapo.
-¿y
qué más hace, amigo piojo?
-
Cuando la veo cerca lo insulto al yacaré y lo desafío a pelear, para que vea lo
valiente que soy.
-¿y
que más hace?
-También
le tiro bolitas de paraíso y le saco la lengua.
-¿y
qué más?
-
Con el loro hacemos un concurso de malas palabras. ¡Si viera la cantidad que
sabemos! ¡Somos unos campeones, don sapo! ¿Quiere que le diga algunas?
-No,
y no me cuente más. Le tira cascotes, le saca la lengua, le tira bolitas de
paraíso, le dice malas palabras, le hace zancadillas…
-Sí,
don sapo, todo eso…
-
Y ella da vuelta la cara y pasa de largo…
-Sí,
don sapo. ¿No le parece que es medio caprichosa?
-Cuente,
que me estoy por morir otro poquito.
-No,
no se muera; mire, cuendo vuelva a pasar, no le tire ningún cascotazo ni diga
malas palabras…
-¿Y
entonces qué hago?
-
Dígale uno de esos piropos que usted sabe…
-
Es que no me salen. Y además el corazón me hace un ruido que a cada rato viene
el yacaré a preguntar quién anda golpeando por ahí.
-Bueno,
no diga nada. Pero tampoco le tire bolitas de paraíso ni le saque la lengua.
Mírela nomás.
-¿Nada
más que mirárla?
-Nada
más. Y suavecito, como miraba a la luna hace un rato.
-¿Eso
es todo, don sapo?
-Eso
es todo. Mírela un día. Dos días, tres días.
-¿y
qué más?
-
Nada. Nada más. Después me cuenta.
El
piojo se quedó pensando, el sapo se fue para cualquier lado, y la luna siguió
alumbrando como si no le importaran las cosas que pasaban por ahí abajo.
Después se escondió tras de los árboles. Las estrellas se fueron apagando
despacito.
Las
chicharras comenzaron a cantar: primero siete, después ochenta y cuatro, y
setecientas cuarenta y dos, y ocho mil catorce y cuatrocientas tres mil, y el
sol empezó a levantarse empujado por el canto de las chicharras.
Ésa
fue una mañana llena de luces y de colores, aunque para el piojo las cosas
andaban de color hormiga. Pero en lo peor del color hormiga se le apareció un
arco iris. Ahí nomás, cerquita de una flor de mburucuyá, pasaba la piojita.
El
piojo se hizo fuerza y no le tiró ningún palito, no le sacó la lengua, no le
hizo ninguna zancadilla. Sólo la miró suavecito, como la luna llena.
Después
la mañana se hizo otra vez de color hormiga.
No
fue un buen día para el piojo. Fue el día más largo y el día más triste.
Discutió con el quirquincho, se enojó con la iguana, le gritó bicho jetón al
yacaré, y cuando se cruzó con el yaguareté lo mordió en una pata desafiándolo a
pelear. Pero hasta los días más tristes alguna vez se terminan, y éste también
se terminó.
Y
no vino la noche.
Y
después el dol volvió a salir, y aunque los pájaros cantaban a más no poder,
para el piojo fue otro día color hormiga. Hasta que apareció una luz como un
lucero.
La
piojita iba pasando cerca de la flor del mburucuyá, y el piojo no le tiró
ningún palito. Solamente la miró.
La
piojita pasó. Después de alejarse un poco se paró a mirar un pastito, se rascó
la cabeza, siguió de largo llevándose la alegría y el lucero.
-¡Añamembuí!-
dijo el piojo- . Me voy a pelear con el puma.
Y
se fue a buscar al puma, pero no lo pudo encontrar por ningún lado. Recorrió
largos caminos en medio del monte, durante largas horas. No hubo caso. El piojo
volvió al atardecer, cansado.
Y
así pasó el segundo día más triste del mundo. Esa noche se durmió sin siquiera
mirar la luna.
La
otra mañana fue peor. Los pájaros cantaban y el río corría lleno de camalotes,
pero para el piojo el día tenía color hormiga negra, que es el peor de todos
los colores que cualquier animal se puede imaginar.
Y
entonces llegó un rayo, una centella, un relámpago que saltaba entre los pastos
y pasaba muy pero muy cerca de donde estaba el piojo.
El
piojo no dijo ninguna mala palabra.
No
tiró ningún cascotazo. No hizo ninguna zancadilla. Solamente miró hacia esa luz
que se acercaba.
-Hola
piojo- dijo una voz que era como la voz de la estrella más alta.
-
Ho… Hola- dijo el piojo, despacito.
-
¿Viste qué flor más hermosa?- dijo la piojita mostrándole una flor de ceibo.
El
piojo respiró hondo, dos veces, y dijo:
.
Me gusta la flor del ceibo.
Me
gusta el jacarandá.
Me
gustan los ojos suyos
y
me encantaría que vayamos a pasear en yacaré y en el lomo del yaguareté y en la
cabeza del loro y en puma y en tatú carreta y en oso hormiguero y en tapir y en
corzuela y en quirquincho y en víbora cascabel…
-¡Ay,
la víbora cascabel me da miedo!
-¡Pero
piojita, vas a estar al lado mío!
-¡Entonces
sí que me animo! ¡Pero ese paseo nos llevaría toda la vida!
-¡Eso
es lo que me gustaría!
Y
ahí nomás saltaron al lomo del oso hormiguero, que fue el primer bicho que
pasó.
Ya
recorrieron mil animales, pero en el monte los bichos siempre son más y más,
mientras no se acaben, el piojo y la pioja piensan seguir paseando juntos. Cada
vez más juntos.
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Chaco
Al noreste del territorio argentino se
extiende la región chaqueña, que ocupa alrededor del 40% de la superficie del
país, casi un millón de hectáreas si se incluye el sudeste de Bolivia y Paraguay
y el sudoeste de Brasil.
La región chaqueña argentina comprende
las provincias de Formosa, Chaco, este de Salta, la mayor parte de Santiago del
Estero, el norte de Santa Fe y parte de Tucumán y Córdoba.
La región chaqueña, antiguo hábitat de
tobas, mocovies, abipones, wichis, lules y vilelas, fue también el sitio donde
el conquistador europeo se asentó por primera vez en lo que, años más tarde,
sería la Argentina. Esto ocurrió cuando Francisco de Aguirre fundó, en 1553, la
ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo a orillas del río Dulce.
Relieve, clima e
hidrografía
Desde el punto de vista geológico, el
Chaco remonta sus orígenes al periodo cuaternario. Es una extensa llanura,
húmeda, de abundantes pantanos y lagunas, con presencia de salinas en el centro
y sudoeste de Santiago del Estero, donde se destacan las de Ambargasta.
El clima es subtropical, con estación
seca en su mayor parte, salvo en el este, donde la temperatura alcanza los 48
grados en verano. Las precipitaciones medias anuales son de unos 800 mm y corresponden a un
régimen periódico pluvial estival.
Los ríos que recorren la región son el
Salado, el Pilcomayo y el curso del Paraná y del Paraguay.
Flora y fauna
Dentro del Chaco se encuentran el
Parque Nacional Chaco, de 15.000 hectáreas , que abarca el bosque chaqueño
y los madrejones (lagunas que en otra época fueron las curvas de los ríos
regionales); y el Parque Nacional Pilcomayo, de 160.000 hectáreas ,
en la provincia de Formosa.
Las reservas formoseñas se caracterizan
por la conservación de los quebrachales. Este árbol debe su nombre a la dureza
de su madera, que quiebra hachas. La especie más codiciada es el quebracho
colorado, de más de 20
metros de altura y 1,5 metros de diámetro.
La madera de quebracho no se pudre y su veta es recta, por lo que se la utiliza
para sostener los rieles del ferrocarril y fabricar postes de alambrados;
además, de él se extrae el tanino, utilizado especialmente en la industria del
cuero. La sobreexplotación del quebracho chaqueño durante la primera mitad
del siglo XX destruyó la principal riqueza de la región. En la
actualidad sólo sobreviven dos millones de quebrachos en Santiago del Estero,
Chaco y Formosa. Se los tala para la industria maderera y para ser consumidos
en forma de carbón de leña.
Además de los quebrachales, la región
chaqueña presenta numerosas especies propias, como la palmera, el laurel, la
tipa, el timbó, el viraró, el roble, el cedro y el lapacho, además de malezas,
plantas trepadoras y arbustos espinosos como los cardones y bromelias.
Las termitas consumen esta vegetación
subtropical, que comparten con las hormigas podadoras. Seis especies de
armadillos a la vez buscan esos insectos como alimento y se los disputan con el
oso hormiguero.
El tatú carreta, el taguá o chancho
quimilero y el pato serrucho son especies en vías de extinción que en otros
tiempos convivieron con quienes aún habitan la zona: pecaríes, corzuelos,
conejos de los palos, vizcachas, monos, gatos monteses, pumas, hurones, zorros,
zorrinos, chanchos del monte, tapires, quirquinchos, nutrias, ardillas,
comadrejas, ranas, sapos, escuerzos, tucanes, garzas, teros, urracas,
flamencos, perdices, aves predadoras, serpientes, reptiles y miles de roedores
e insectos de todo tipo.
Los motivos de la extinción de algunas
especies están explicados, de algún modo, en el propio nombre de la región:
chaco significa, en lengua quechua, lugar de cacería.
Sin embargo, no fue sólo la caza
indiscriminada la causante de la extinción de algunos animales, sino también la
destrucción de su hábitat. En 1976 el gobierno de la provincia del Chaco
decidió talar cinco millones de hectáreas de bosque salvaje llamado El Impenetrable,
con el objetivo de convertirlas en tierras de cultivo. Ese proyecto no terminó
de cumplirse, y la región fue arrasada y transformada en chaparral espinoso
prácticamente infértil.
Historia
El Gran Chaco (término generalmente aceptado
como proveniente del quechua chaku: «territorio de
cacería») es una de las principales regiones geográficas de Sudamérica, ubicada en el Cono Sur, que se extiende por parte de los actuales territorios de
la Región del Norte Grande Argentino, Bolivia, Brasil y Paraguay, entre los ríos Paraguay y Paraná y el Altiplano andino.
Hasta fines de siglo
XIX fue conocida como Gran
Chaco Gualamba aunque, estrictamente hablando, Gualamba debía
aplicarse al Chaco al sur del río Pilcomayo/Araguay.
Forma la parte septentrional de la gran Llanura Chacopampeana. Se
distingue de la región pampeana por la presencia de importantes bosques, selvas y parques
(con predominio de especies de madera dura) poseyendo suelos con elevadas
proporciones de sal, factor al que quizás se debe la elevada presencia de tanino en varias especies de árboles de esta región, en especial
los quebrachos.
Ubicación
La región del Gran Chaco es una extensa llanura boscosa y de selva. Se extiende por el Norte desde el paralelo 16ºS, por lo cual Santa Cruz de la Sierra está incluida en el área chaqueña así como las vertientes
occidentales del Gran Pantanal (antes llamado Laguna de Xarayes), y las cuencas de
los Otuquis y Parapetí; por
el Sur alcanza el norte de la provincia argentina de Córdoba; por el Este va desde la ribera izquierda (aquí occidental) del eje fluvial
conformado por los ríos Paraná y Paraguay; finalmente, por el Oeste llega a las sierras -no yungueñas- que anticipan al Altiplano.
De este modo el Gran Chaco cubre 1.510.000 km², distribuyéndose entre los países de Argentina (el 40%), Bolivia (el 35%), Paraguay (el 20%), y Brasil (el 5%), aunque estas cifras varían según los autores y los criterios utilizados para definir a esta región.
De este modo el Gran Chaco cubre 1.510.000 km², distribuyéndose entre los países de Argentina (el 40%), Bolivia (el 35%), Paraguay (el 20%), y Brasil (el 5%), aunque estas cifras varían según los autores y los criterios utilizados para definir a esta región.
Al este y noreste el Gran Chaco se extiende casi sin solución de
continuidad por El Cerrado.
La gran horizontalidad del relieve hace que sus ríos suelan ser divagantes, cambiando de cauce en períodos reducidos, dejando paleocauces, bañados y "madrejones" y -como restos de antiguas orillas- lomadas llamadas "albardones".
La gran horizontalidad del relieve hace que sus ríos suelan ser divagantes, cambiando de cauce en períodos reducidos, dejando paleocauces, bañados y "madrejones" y -como restos de antiguas orillas- lomadas llamadas "albardones".
Clima
Aunque por las latitudes en las que se extiende el Gran Chaco la idea es
la de una región siempre muy cálida, lo cierto es que debido a la continentalidad y
a los regímenes eólicos estacionales (especialmente las corrientes de viento
procedentes de la Antártida) existen grandes variaciones térmicas según el ritmo día/noche y según
las estaciones. De este modo en la zona de lasSalinas Grandes ubicadas hacia el límite suroeste del Gran Chaco durante los
veranos (especialmente durante enero) las temperaturas superan los 44 °C, mientras que en las cercanías de Asunción no es nada raro que durante
algunas noches de julio (invierno) las temperaturas bajen casi hasta llegar al 0 °C , o en el Chaco
Tarijeño (alrededores de Villamontes y Yacuiba se produzcan en zonas plenamente tropicales y de baja
altitud nevadas como las del 20 de julio de 2010) y en Santa Cruz de la Sierra se produzcan surazos (también hacia julio), esto es: que bajen las temperaturas a casi 5 °C pese a ser ya
una zona muy al norte del trópico de Capricornio. En la parte sur de esta región, en Argentina, se dan las temperaturas
más extremas que pueden pasar los 48 °C .
En cuanto al régimen pluvial, las precipitaciones se distribuyen casi siempre irregularmente:
predominan en la región oriental y durante el verano, siendo por lo general los
meses de invierno meses secos y existiendo -muy vinculadas a las oscilaciones
de El
Niño- épocas de importantes sequías.
Esta llanura limita al Oeste con la región de las Sierras
Pampeanas y la del Noroeste, al Norte con las repúblicas de Bolivia y Paraguay,
al Este con este último país y la región mesopotámica y al Sur con la llanura
pampeana.
La planicie está formada por espesas capas de sedimentos
continentales y marinos asentados sobre un subsuelo de rocas cristalinas del
macizo de Brasilia, que sufrió un proceso de fracturación y hundimiento como
consecuencia de la orogenia andina. Su relieve no presenta accidentes dignos de
mención excepto una débil pendiente de Noroeste a Sudeste, atestiguada por la
dirección de los ríos paralelos que surcan el territorio y que ocasiona
numerosos meandros y cauces abandonados (madrejones).
Los tres grandes ríos que la recorren (Plicomayo, Bermejo y
Salado) son caudalosos en su nacimiento, no reciben afluentes en trayectos de
más de 600 kilómetros
y dejan buena parte de sus aguas en esteros y bañados, siendo inútiles para la
navegación, excepto el Bermejo en el tramo final de su curso inferior.
Comprendida dentro de la zona de clima subtropical, en la
región pueden distinguirse dos áreas diferentes respecto a la estación de
lluvias: la oriental, con precipitaciones durante todo el año, aunque mayores
en verano, del orden de los 1.000
mm anuales, y la occidental, con un período seco
invernal hasta de ocho meses.
En concordancia con esta distribución de las lluvias varía
la vegetación: la selva enmarañada por lianas y epífitas, rica en especies con
ejemplares de gran valor económico (quebracho, cedro, lapacho, etc), predomina
en el Noreste, sobre suelos areno-arcillosos, interrumpida por numerosos claros
donde aparecen suelos salinos o anegadizos. Donde se ha talado la selva, se
reconstituyen sólo las palmeras como pindó y yatay, cuyas formaciones están
vinculadas a la práctica de la ganadería.
Hacia el Oeste se desarrolla el bosque chaqueño interrumpido
por extensas abras o campos, cubiertos de gramíneas y vegetación espinosa
(vinal). A medida que el bosque se empobrece por falta de agua, aumenta la
presencia de cactáceas que forman matorrales impenetrables en los espacios
libres de árboles.
La especie predominante es el quebracho y su explotación ha
originado la destrucción del monte natural, que no se repone, permitiendo el
avance del desierto allí donde las condiciones ambientales no son propicias
para la práctica de la agricultura.
La zona de transición entre el Chaco y la Pampa es la
comprendida entre los cursos de los ríos Salado y Dulce en Santiago del Estero,
donde el monte alterna con grandes extensiones de campo de una importante
aptitud agrícola, siendo típico el cultivo "en bajante" que aprovecha
los bañados cuando se evapora el agua de las crecientes.
El embalse de Río Hondo permite regar una amplia zona,
convirtiendo a la diagonal fluvial en una importante proveedora de
"primicias" especialmente en el renglón de la horticultura especializada.
En general la ganadería encuentra serios inconvenientes para
su desarrollo, especialmente por el clima y la presencia de plagas y
enfermedades, siendo el ganado más resistente el criollo, obteniéndose muy
buenos resultados con la introducción del Cebú, que al cruzarse con razas finas
permite obtener animales aptos para el clima y de buena calidad.
La principal riqueza de la región es la producción agrícola,
sobresaliendo el algodón entre otros cultivos como maíz, sorgo granífero,
hortalizas y frutales. En el Norte de la provincia de Formosa han adquirido
gran importancia las plantaciones de bananeros, así como los plantíos de caña
de azúcar en el Norte de Santa Fe.
La composición de la población incluye algunos grupos de
aborígenes, descendientes de los primitivos pobladores del territorio. Las
principales concentraciones urbanas se presentan en las tierras altas o
albardones en las costas de los ríos Paraguay y Paraná y en la diagonal fluvial
de Santiago del Estero, destacándose Resistencia, capital de la provincia del
Chaco, con su salida natural sobre el Paraná, el puerto de Barranqueras
Toponimia
El nombre "impenetrable" fue dado por lo agreste y tupida de
la vegetación, muy difícil de transitar.
Localización
“El Impenetrable” abarca cerca de 4 millones de hectáreas de bosques
nativos de la región chaqueña semiárida, ubicadas principalmente en el noroeste
de la provincia del Chaco. Comprende también una porción del este de Salta, el oeste de Formosa y el noreste de Santiago del Estero.
Su nombre se debe a la dificultad de atravesarlo por lo agreste y tupida
de su vegetación, representada por árboles como quebracho colorado y blanco,
algarrobo, palo borracho, guayacán, mistol, palo santo, urunday, itín; y
abundancia de cactus, arbustos, fachinales, enredaderas, claveles del aire y
varias orquídeas. La región alberga especies seriamente amenazadas como el
yaguareté, el tatú carreta, y el oso hormiguero. También se encuentran el puma,
la corzuela o guazuncho, el pecarí, el tapir o anta, el loro hablador, el
carpintero negro, la charata, el águila coronada, el halcón blanco, el
carancho, el yacaré negro, la tortuga de tierra y el caimán overo.
Clima
El clima es semitropical
continental. Seco en verano e invierno,
lluvioso en primavera y otoño. Sus temperaturas oscilan entre los 23 y 47 ºC en verano y 7 y 23 ºC en invierno.
Flora
Presenta árboles de madera dura y abundantes espinas, grandes cactus arborescentes de los géneros Opuntia y Cereus,
extensamente ramificadas y que superan los 6 m de altura. También son frondosas las enredaderas, claveles del
aire y algunos géneros de orquídeas. Árboles como losquebrachos colorado santiagueño y blanco, itín, algarrobo
negro y otras especies de algarrobos, palo santo, urunday, guayacán, palo
borracho,aromos, etc.
Fauna
Integrada por variedades protegidas, principalmente en el Parque Provincial Loro Hablador. Las especies de tatú carreta mulita, guazuncho, pecarí,puma, yaguareté, tatú carreta, oso melero y hormiguero, tapir. Gran cantidad de aves exóticas, algunas en franca extinción, como
la charata, el chajá, loros, palomas de monte, águila coronada, el halcón blanco, el carancho, el yacaré
negro y overo, la tortuga terrestre chaqueña, etc.
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BIOGRAFÍA
Nació en Fortín
Lavalle, provincia de Chaco, República Argentina el 16 de agosto de 1935.
Estudió Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba donde se recibió
de Licenciado en Letras Modernas de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Como docente, se desempeñó como Profesor de Literatura Castellana, Hispanoamericana y de Literatura Argentina.
El decidió ser escritor porque de chiquito le gustaban mucho los cuentos que le contaban.
Muchos de sus cuentos están protagonizados por animales y a todos ellos personifica.
Como escritor, dedica gran parte de su obra infantil (lleva editados más de 70 títulos). Muchos de sus cuentos están protagonizados por animales y todos ellos se destacan por su ternura y humor.
Intervino como panelista del Congreso de Literatura y Pensamiento Latinoamericano hacia el año 2000. San Luis – 1995
Realizó charlas y conferencias sobre temas de Literatura Infantil en instituciones de todo el país.
Gustavo Roldán se identifica con el sapo, el bicho colorado, el yaguareté, el piojo y la pulga.
Fue domador, mago y trapecista pero ninguna de todas esas cosas le gusto tanto como ser escritor.
Se casó con Laura Devetach y tiene 2 hijos.
Uno de los cuentos que más le gustan es Dragón, ya que tiene muy lindas imágenes.
Sus autores preferidos son Laura Devetach, Graciela Montes y Javier Villafañe.
Como docente, se desempeñó como Profesor de Literatura Castellana, Hispanoamericana y de Literatura Argentina.
El decidió ser escritor porque de chiquito le gustaban mucho los cuentos que le contaban.
Muchos de sus cuentos están protagonizados por animales y a todos ellos personifica.
Como escritor, dedica gran parte de su obra infantil (lleva editados más de 70 títulos). Muchos de sus cuentos están protagonizados por animales y todos ellos se destacan por su ternura y humor.
Intervino como panelista del Congreso de Literatura y Pensamiento Latinoamericano hacia el año 2000. San Luis – 1995
Realizó charlas y conferencias sobre temas de Literatura Infantil en instituciones de todo el país.
Gustavo Roldán se identifica con el sapo, el bicho colorado, el yaguareté, el piojo y la pulga.
Fue domador, mago y trapecista pero ninguna de todas esas cosas le gusto tanto como ser escritor.
Se casó con Laura Devetach y tiene 2 hijos.
Uno de los cuentos que más le gustan es Dragón, ya que tiene muy lindas imágenes.
Sus autores preferidos son Laura Devetach, Graciela Montes y Javier Villafañe.
AUTOGRAFÍA
"Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío."
"Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío."
Me crié en el monte chaqueño,
en Fortín Lavalle, cerca del Bermejo, cuando la tierra era plana, la luna se
posaba en las copas de los árboles y los cuentos sólo existían alrededor del
fogón del asado o en las ruedas del mate.
Después se inventaron los libros.
O tal vez antes, pero yo no lo sabía. Solamente sabía muchos cuentos, de ésos
que después me enteré que se llamaban populares, que iban pasando de boca en
boca y de oreja en oreja. Cuentos del zorro, del tigre, del quirquincho, de
Pedro Urdemales, de pícaros y mentirosos, del lobizón y de la luz mala. Claro
que esos cuentos nunca eran del todo cuentos, habían sucedido por ahí nomás, en
medio del monte, y eran cosas que nadie ponía en duda. Yo tampoco.
Cuando menos lo esperaba me
llegó la hora de ir a la escuela y nos fuimos al pueblo. En los pueblos el
tiempo pasa lleno de ocupaciones importantes: se está rodeado de amigos para
jugar a las bolitas, remontar barriletes, hacer bailar trompos, jugar a la
pelota, andar en bicicleta. Todo eso mientras se van secando las bolitas de
barro para la honda. ¿Para la honda? Sí, para la honda. Después el mundo se va
agrandando cuando uno conoce los parques de diversiones, el cine y el circo,
cosas que el monte suele no tener. Y un día uno pasa por la librería Molina, en
Sáenz Peña, y encuentra que hay estantes infinitos llenos de libros, no de ésos
de aprender a leer, sino de cuentos y más cuentos y más cuentos.
Y si don Molina lo deja a uno
hurgar los estantes, sacar y poner, leer solapas y contratapas, ojear y hojear,
sentado en el suelo tras el mostrador, uno comienza a descubrir que por ahí
está escondido un mundo más grande y más lleno de maravillas de lo que nadie
podía imaginar. No era todo tan fácil, había cada cosa aburrida que ni te
cuento. Pero con un poco de suerte y bastante de paciencia aparecían aventuras
increíbles, selvas llenas de animales salvajes y mares llenos de piratas, de
los buenos y de los malos, con los que navegué corriendo mil peligros. Por
suerte con Simbad o con Sandokán siempre logramos salvarnos y triunfar.
Nosotros estábamos del lado de los buenos. Gracias, don Molina.
Mi relación con la literatura
es continua y amigable. Sobre todo la de lector. Con la escritura a veces nos
peleamos, pero eso también forma parte de las buenas relaciones. Aspiro a
escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un
accidente como el verano o la lluvia o el frío, como eran esos cuentos que
relataban los domadores alrededor del fogón, cuando el fuego siempre estaba
unido a la palabra.
Creo que los chicos entienden
todo y quieren saber de todo. Desconfiar de su capacidad es desconfiar de la
inteligencia, de la sensibilidad del otro. Y desconfiar de la capacidad de la
palabra es, en última instancia, desconfiar de nosotros mismos. Podemos
desconfiar de nosotros mismos pero, si jugamos en serio, las palabras siempre
van a alcanzar. Sobre todo lo que hay detrás de las palabras.
Una repetida frase dice que
antes los chicos eran grandes lectores. Hoy no. Y la culpa la tiene la
televisión. Ojalá fuera así. Habría soluciones mucho más a mano. En este mundo
de mercado y capitalismo salvaje que busca destruir las más elementales formas
de la solidaridad, que pone los modelos más perversos de mezquindad como formas
naturales de la convivencia, la televisión no es sino una herramienta apta para
implantar su ideología. Creo que no debemos enojarnos con las herramientas.
¿Que si el libro va a
desaparecer? Obviamente no. Esa idea es un invento de los mismos que sostienen
la muerte de las ideologías.
Entre idas y vueltas, siempre
vuelvo a Huckleberry Finn, Sandokán, todo Jack London, las 1001 noches, La isla
del tesoro. Porque esos libros me ayudaron a crecer, a imaginar, a pelear
contra los perversos y contra el miedo, a defender la dignidad, a resistir, a
volar. Porque me dijeron, antes de que aprendiera nada de política, que era
posible cambiar el mundo. Cualquiera que aprenda a volar puede resistir.
Creo que la literatura para
chicos es literatura. O debería ser. Los chicos tienen que leer cualquier cosa
que se les cruce en el camino, y decidir por su cuenta si les interesa o no, y
cambiar o pedir más. Cada uno, solo, y a pesar de las ayudas, irá encontrando
el camino de su crecimiento, porque esto también es un problema de soledad.
Llevarlos siempre de la mano puede ser demorar etapas o saltearlas de manera
arbitraria. Acompañarlos, sí, pero dejando abiertas las puertas para
experiencias personales, dejándolas abiertas para ir a jugar.
Gustavo Roldán
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