martes, 9 de abril de 2013

Tan doloroso como el recuerdo de aquel 2 de abril de 1982, esta vez la Naturaleza, unida a ciertos desajustes administrativos en el plano polìtico, nos dejò el sabor amargo de las inundaciones que enlutaron otra vez este bendito suelo. Que de una vez por todas dejemos de ejercitar el poder y nos pongamos a trabajar todos juntos, seamos de la opiniòn que seamos. Es muy injusto observar cuanta miseria escondida aflora en estas circunstancias y que lejos estan los polìticos de mirarla de frente.


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