viernes, 21 de marzo de 2014

Hola: les regalo el prólogo de un hermoso libro que me prestó la seño Julia, en ocasión de conmemorarse un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976. ¿El nombre del libro? Cómo no:"Para que no me olvides "de Marcela Serrano.

                 Mi abuela me enseño a leer.
                 Mi abuela me enseñó los libros y me traspasó su amor hacia ellos.No tuve elección, fue su
herencia.Mi abuela me dijo que con los libros yo nunca estaría sola.
                 Me enseñó a cuidar de mis ojos, adueñandome de ellos como el lugar más preciado, el más nítido. Me explicó que si alguna vez fallasen los oídos, no sería tan grave, poco me perdería, todo lo que valía escuchar se había escrito y lo rescataría con mis ojos.Me dijo que si alguna vez fallase la voz, no sería el fin. Recibiría el sonido exterior sin devolverlo y nadie lo echaría en falta, menos yo.  Estaban las palabras para se ejecutadas:por mis oídos las que ya  estaban concebidas, por mis manos las que quisiera nventar. Al final, sin mencionar siquiera otras carencias, como el olfato o el gusto, mi abuela me dijo que ignorara la sordera y la mudez si llegasen a acometerme, que la ún ica falta total era la ceguera.
                  Que cuidara mis ojos. Sólo con ellos podría leer. Sólo ellos me salvarían de la soledad.


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