Para los chicos y las chicas de 7mo., para los adultos de la familia y para docentes, compartimos una poesía de Jorge Luis Borges.
Juan López y John Ward.
Les tocó en suerte una época
extraña.
El planeta había sido parcelado en
distintos países,
cada uno provisto de lealtades, de
queridas memorias,
de un pasado sin duda heroico, de
derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de
próceres de bronce,
de aniversarios, de demagogos y de
símbolos.
Esa división, cara a los
cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad
junto al río inmóvil;
Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer
el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad,
que le había sido
revelado en un aula de la calle
Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron
una sola vez cara a cara,
en unas islas demasiado famosas, y
cada uno de los dos
fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la
corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un
tiempo que no podemos entender.
Jorge Luis Borges. Los
Conjurados, 1985.
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